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¿Somos cada vez más exigentes con los videojuegos?
Publicado
hace 4 añosen
Por
RedADN
La exigencia a la hora averiguar la diversión en un videojuego
Como redactor de JuegosADN no voy a desmentir que he sufrido en muchas ocasiones los clásicos comentarios referentes a ‘¡pero cómo has podido darle a este selección un 9!’ o ‘¡religiosa mía! ¡Un 7! ¿! Pero en qué estás pensando?!’. A fin de cuentas es poco a lo que me expongo, pero como siempre digo, queda perfectamente reflejado en el texto que acompaña a la nota (prometo que estoy mejorando en lo que a extensión de prospección se refiere).
Mirar una nota directamente sin estudiar el texto es tentador, poco así como los adictos a Metacritic que deciden descansar su negocio de acuerdo a la media de los medios. Pero, ¿qué hay de la opinión de los jugadores? Más allá de lo que puedan opinar unos u otros, no junto a duda de que hay diversos factores que pueden tomar partido la peso con destino a un flanco, entre ellos el precio o la misma duración del producto en cuestión.
La primera y más importante pregunta que debemos hacernos es: ¿en realidad un selección de 7 me va impedir disfrutar? Puede que tenga carencias como el manejo de la cámara o incluso la IA, pero más allá de eso, ¿qué selección de sobresaliente no se libra de aspectos así? Se me vienen a la cabecera títulos como CONTROL, ahora arreglado en los juegos de Game Pass. La obra de Remedy ha sido tachada de simple, un producto sencillo y sin profundidad que a veces no sabe ni a dónde quiere ir. Curiosamente y en las últimas semanas a raíz de estar arreglado con los juegos de PlayStation Plus y el servicio de Microsoft, muchos jugadores se han enemigo con una grata sorpresa: Control no es el mejor selección en cuanto a trama, ¡pero es divertídisimo!
Cuando precio y duración son puntos secreto a considerar
Vamos un paso más allá a la hora de murmurar de la exigencia que parece reinar entre los jugadores a la hora de comprar un videojuego. Puede que nos encontremos con juegos catalogados como obras maestras por la prensa. Dejamos de flanco a veces si pertenece a nuestro especie protegido, pero además el precio. “Es una dije que todos deberían tener en su colección”, dicen muchos. Frase más que leída en infinidad de ocasiones que hace temblar a la cartera.
De la mano con este concepto va además el precio. Parece que mientras un selección sea superior al 9 el coste a remunerar por él es lo de menos, más aún cuando el precio de los títulos ha subido con PS5 y Xbox Series, disparándose en algunos casos hasta los 80€. “Si voy a gastarme un pastizal en un selección, qué menos que me ofrezca más de 40 o 50 horas, ¿no?”. Otro de los “quotes” habituales y que por otra parte además ha sido el principal motivo del éxito de los juegos cómo servicio.
Todas y cada una de las opiniones son respetables; sin duda. Cuando tenemos meses en los que se agolpan lanzamientos AAA, con el regreso de sagas icónicas, las producciones menores pasan a un segundo plano. No les culpamos, pero debemos permanecer la mente abierta a que esos juegos además pueden ofrecernos una diversión de idéntica calidad a los de decano renombre en la industria.
Tal vez debamos replantearnos la forma en la que compramos los juegos. Tengamos aspectos en cuenta como el precio: “¿sale a precio escaso?” “Tenía este selección irresoluto de negocio desde hace meses y ha bajado de precio, ¿debería comprarlo?”. Son sencillas preguntas que todos deberíamos de hacernos y nos llevan al venidero punto.
La “imperiosa” menester de aventurar todo de dispersión
Reconozcámoslo: a quienes nos gustan los videojuegos tratamos siempre de aventurar a todo lo que podemos, y nos gusta, de dispersión. Somos unos ansias. Comprar todo lo que vaya saliendo en consolas/PC desde el Día 1 supone un desembolso considerable. Dicen que en la variedad está el distinción y precisamente la industria de los videojuegos es un medio que lleva a su mayor modelo este creador.
Necesitaríamos dos o hasta tres vidas para aventurar a todo lo que se ha publicado. Año tras año pasan frente a nosotros juegos que, seguramente, nunca probemos y esperan una oportunidad. ¿Qué quiero opinar con esto? Controlemos el afán de la negocio compulsiva y abramos nuestra mente a títulos más humildes y dicho sea de paso, “peores”. Que una mala cámara, determinados errores o una trama irregular no os hagan desmerecer ciertos juegos. Si lo conseguís os habréis llevado como premio la experiencia de poder disfrutar mucho más del hobbie y valorar el trabajo que todo esquema tiene a sus espaldas, con sus aciertos y errores.
Lo confieso: Me he soso con RDR2 y disfrutado con mayúsculas de AC: Odyssey
Si estabáis esperando mi opinión al respecto, la más directa y ejemplificada posible, la váis a tener. Red Dead Redemption 2 es uno de los títulos más laureados de los últimos abriles. Ha entrado de saciado en la serie de mejores juegos de la historia sin ir más acullá. Yo fui uno de esos que lo compró de dispersión. Y sí, durante sus primeras 60 horas me dejé sobrellevar por Arthur Morgan, la inmersión del Pasado Oeste creado por Rockstar, la historia… pero me aburrí.
Mi tope fueron 60 horas y de ahí no pasé. Se dice pronto, pero 60 horas es tiempo más que de sobra para memorizar si te gusta o no un videojuego. No llegué a terminarlo y lo reconozco. A pesar de que ‘disfruté’ ese camino hasta el cesión, llegó un punto en el que me veía superado. RDR2 me exigía un tiempo que no podía darle, adicionalmente de tener la sensación de haberlo conocido todo en lo jugable.
Sin secuestro, y mientras que Assassin’s Creed Odyssey es un selección además enfocado a la batalla y al concepto de mundo destapado, me cautivó durante más de 100 horas. Por supuesto, lo terminé, completando todo lo que veía en pantalla. Es mucho peor a la hora de poner sobre la mesa ciertos apartados: misiones secundarias, coleccionables por doquier, una historia predecible… ¡pero es que me lo pasé como un crío interpretando a Cassandra!
Desconozco si fue la ambientación o la sensación de constante retribución que te brinda Odyssey en forma de armaduras y armas, adicionalmente del concepto de exploración; pero es un claro ejemplo de que un videojuego inferior en nota puede hacerme disfrutar mucho más que uno que haya sido encumbrado a la ya larga serie de Mejores Juegos de la Historia.