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La historia de Resident Evil 8 Village y su impacto en el lore de la dinastía
Publicado
hace 1 añoen
Por
David Oña
Una vez vistos los créditos de Resident Evil Village nos queda claro lo sucesivo: que la principio de Umbrella tiene su origen en Europa y que el futuro de la dinastía está más vivo que nunca. Ahora admisiblemente, para causar todo este puzle de historia de terror permuta, pero molona y enrevesada, que es lo que al final viene siendo la trama de esta dinastía, hay que estar un poco al día en cuanto a lo acontecido de entregas anteriores, y no solamente respecto a Residet Evil VII. Pero claro, en una franquicia tan prolífica, es viable perderse entre decenas de virus, empresas, muertes y resurrecciones. Por eso hoy vamos a explicaros todo lo que se desprende del final de Resident Evil Village y a intentar poner un poco de orden en esta historia que parecía comenzar, allá por 1996 en la Mansión Spencer, pero que, en ingenuidad, arranca con la resfriado española en Rumanía.
El origen del culto a Hermana Miranda
La pandemia, originada en 1918, fue causada por un virus de la resfriado de tipo A. Sus consecuencias fueron devastadoras y, de hecho, se llevó por delante a más de 50 millones de personas. En la ficción que nos plantea Capcom, una de estas personas fue Eva, la hija de una mujer señal Miranda que vio, impotente, como a su pupila se le escapaba la vida (podemos pasar revista su tumba en el cementerio del pueblo). La mujer, que residía en Rumanía (poco deducible por el Lei, la moneda que emplea el engranaje), sumida en una gran depresión abandonó el pueblo en el que vivía y se adentró en una cueva con la intención de darse a la asesinato. Pero en ese momento se topó con una sustancia extraña, negra y viscosa; la megamiceta. Al tocarla, Miranda quedó desbordada por el conocimiento que se adentró en su cerebro, pues la megamiceta absorbe la conciencia de todo aquello que perece. En ese preciso instante, supo que podría dar con la consciencia de su hija en la propia megamiceta y que, si daba con la forma de retornar a introducirla en un cuerpo vivo, podría retornar a disfrutar de la compañía de Eva. Así comenzaron los experimentos de Miranda, que no tardo en principiar a infectar a los habitantes del pueblo para comprobar cómo se comportaba el hongo.
Sus indagaciones generaron toda una horda de lykens y criaturas de lo más variado, que eran el producto de infecciones que no salieron cómo ella esperaba. Sus cientos de intentos dieron ocasión, en el mejor de los casos, a los seres que ella adoptó como sus cuatro hijos: Alcina Dimitrescu, Karl Heisengberg, Donna Benevento y Moreau, cada uno de ellos con diferentes niveles de compatibilidad con el parásito que Miranda diseñó para su infección; el Cadou. Su comportamiento y los extraños sucesos que rodearon a la pueblo desde entonces, dieron ocasión a la cartel que, con el paso del tiempo, acabó convertida en el culto a Hermana Miranda.
La inspiración de Spencer
Corría los primaveras cincuenta del siglo pasado cuando Miranda dio, en la montaña, con un fresco que se encontraba al borde de la congelación. Tras entristecerse de él, lo rescató de una asesinato segura y lo acogió como aprendiz. Le enseñó todo lo que sabía sobre la megamiceta y, juntos, compartieron veladas protagonizadas por debates intelectuales e inquietudes científicas. El hombre, que respondía al nombre de Oswel E. Spencer, abandonó a su mentora, ya que no compartía su visión renovadora de la humanidad. Él veía la megamiceta como el sucesivo paso en la proceso humana, mientras que Miranda solamente quería devolverle la vida a su hija.
Pasados 15 primaveras, Spencer envió una carta a Miranda (la cual podemos deletrear en el laboratorio que visitamos con Chris), en ella le da las gracias por suceder sido su principal fuente de inspiración y le anuncia que, en una expedición en África, ha entregado con la secreto. Oswell había descubrió el Progenitor, que no era un hongo, sino un virus, y que como tal le era mucho más útil para su utópica visión, que necesitaba de un organismo que propiciara un nivel de infección exponencial. Por final, le trasladó su intención de fundar una empresa, yuxtapuesto a unos amigos suyos (Edward Ashford y James Marcus) a fin de partir con las investigaciones necesarias. El nombre de la misma sería Umbrella, en honor al símbolo que encontraron en la cueva del hongo.
Experimentos alternativos con Las Conexiones
Pasaron lo primaveras y, Miranda, con la esperanza de obtener algún avance, cedió una parte del patógeno micótico a un clase de científicos para que iniciaran su propia investigación. La estructura que ponía las instalaciones y el billete necesarios para costar todo ese ardid no era otra que Las Conexiones, fundada por Brandon Bailey, hombre de confianza de Spencer y exdirector de la división africana de Umbrella, con lo que ya podemos imaginarnos cómo dio con Miranda. Las Conexiones sacó partido del ADN cedido por esta y, en su búsqueda del armas biológica definitiva, crearon al modelo E-0001, igualmente conocido como Eveline. La pupila era el resultado de la experimentación con el ADN de la megamiceta, la sustancia, conveniente a sus propiedades fúngicas y a la capacidad de poder reconfigurar el ADN de los seres vivos infectados, le otorgó a a Eveline unos poderes que estaban más allá de las capacidades de control de la propia estructura. Se planeó un traslado a Estados Unidos, en el cual Mia, que por aquel entonces trabajaba para Las Conexiones, debía cerciorarse de que la pupila llegara a aparte. Tal y como todos sabemos, la cosa no salió muy admisiblemente. La pupila desató su ira durante el alucinación, el barco encalló y un el infeliz de Jack Baker tuvo la desgracia de rescatar a Eveline y a Mia.
Arranca Rersident Evil VII, con un Ethan Winters que se dirige a una casa de Luisiana siguiendo la pista de su mujer desaparecida. Al poco de introducirse en la vivienda Ethan es atacado por Mia, que le corta una mano y, acto seguido, es maltratado en la persona por Jack. Aquí, Resident Evil Village reinterpreta lo ocurrido y, en sus momentos finales, no regala momento onírico en el cual se le revela a Ethan la terrible verdad: que en aquel instante fue asesinado por Jack, y que desde entonces ha estado muerto, con la salvedad de que gracias a la infección del patógeno micótico, su cuerpo ha seguido en movimiento y su consciencia se ha mantenido. Sin saberlo, de las capacidades regenerativas del hongo, de ahí que sus manos vuelan a ser funcionales cada vez que se las cortan.
El héroe muerto
Tras la tragedia vivida en distrito estadounidense, Ethan y Mia son trasladados a Europa por la BSAA (una estructura que persigue la actividad ilegal vinculada a armas biológicas respondiendo directamente frente a la ONU). Casi tres primaveras a posteriori, da eclosión la octava entrega con un Ethan que, pese a estar muerto, ha podido convertirse en padre yuxtapuesto a su mujer. ¿Problema?, que tal y como nos revela la propia Mia tras ser rescatada por Chris, ella en ingenuidad estaba secuestrada en el laboratorio de Miranda, que había tomado su forma (gracias a la capacidad de la megamiceta de reconfigurar el ADN de su portador) sabedora de que la secreto para poder devolverle la vida a su hija era Rosemarie, la descendencia biológica de dos personas infectadas con el patógeno. Pero Chris descubrió el pastel, y por eso arremetió en casa de los Winters, matando a la falsa Mia (Miranda), llevándose su cuerpo, a Ethan y a Rose (bajo la sospecha de que pudieran estar infectados). El traslado no salió admisiblemente y Miranda, que necesita poco más potente para sobrevenir al otro distrito, escapó y, con ello, liberó a un Ethan plenamente dispuesto a recuperar a su hija.
Tras su periplo por el pueblo, nuestro protagonista es asesinado de nuevo, pero esta vez por la propia Miranda, que le arranca el corazón para impregnarse con su raza. Pero resulta que aquello que ya está muerto no puede caducar, a no ser que acabes con la megamiceta, claro. Con lo que el bueno de Ethan se incremento de nuevo y, yuxtapuesto a Chris interrumpe la ceremonia de Miranda. Consciente de que, con ello, perderá la vida, acaba con la megamiceta y pone fin a la pesadilla del hongo desapareciendo en centro de una gran acceso. Rose, que resulta ser poco así como una traducción mejorada de Eveline, sobrevive conveniente a la increíble simbiosis que ha acabado alcanzar con el patógeno micótico, abandonando el ocasión del incidente en los brazos de su hermana.
Lo que nos aguarda
Durante la parte final, las tropas de la BSAA llegan al pueblo, poco de que somos testigos en la piel de Chris. Pero en una de las últimas escenas, cuando los supervivientes abandonan el ocasión de los hechos en helicóptero, uno de los hombres del escuadrón Hound Wolf le muestra a Redfield un cenizas que lleva el uniforme de la BSAA, y que resulta no ser un soldado, sino un armas biológica, un infectado que está siendo utilizado por la estructura internacional que persigue ese tipo de actividades. De ahí se desprenden varias cosas. En primer ocasión Chris, parece reafirmar sus sospechas sobre la estructura y, en segundo, asegura que esta vez la BSAA se ha pasado de la guión, dejando claro que ya ha habido cierta actividad cuestionable y que, tras este descubrimiento, él y su equipo van a poner rumbo inmediato a la sede europea de la estructura. Que les veremos enfrentarse a la BSAA en un futuro parece claro, ahora la pregunta es otra: ¿Lo veremos en un DLC de VIllage o en Resident Evil IX?
Por otra parte tenemos a la buena de Rose, que nos regala una imagen post créditos que ha entregado para todo tipo de teorías. En dicha secuencia vemos a la chica conveniente crecidita y, al parecer, trabajando para Blue Umbrella (la sociedad creada por ex miembros de la farmacéutica para enmendar sus errores pasados) bajo la tutela de Chris. La fresco se dispone a pasar revista la tumba de su padre en lo que parecería ser un futuro sito unos 15 0 20 primaveras a posteriori del incidente del pueblo. Pero no podemos olvidar la velocidad de crecimiento y maduración de Eveline, por lo que esta imagen admisiblemente podría estar ocurriendo escasamente unos primaveras a posteriori de Village, poco que queda reforzado por un comentario que realiza el agente que la vigila, quien tras cabrearla (por llamarla Eveline) y estar amenazado por ella, le dice a un francotirador que se retire, ya que “al fin y al lugar es solo una pupila”. Lo que queda claro es que, al igual que el E-001, Rose es capaz de controlar a todos los seres que sean infectados con el hongo, que ahora parece valer solamente por sus venas. Encima, el examen de catalogación que realiza el patógeno, que funciona como si fuera una especie de disco duro de la memoria celular, le permite entrar a los conocimientos y la memoria de todos los seres que han estado en contacto con la sustancia, con lo que tal ya como ella misma verbaliza, sí ha tenido oportunidad de conocer a su padre.
De esta forma, Resident Evil Village nos abre dos vías por las que avanzar: el enfrentamiento del Hound Wolf contra la BSAA, que encierra el ocultación de la utilización de armas biológicas por parte de la misma; y la confirmación de Rose como un agente de Blue Umbrella, dotada con un poder descomunal y tutelada por el mismísimo Chris Redfiel. El equipo creativo de Village ya advirtió hace un tiempo de que les gustaría realizar una trilogía con este portería y, al final del engranaje podemos deletrear “la historia del padre ha terminado”. ¿Controlaremos a Rose en Resident Evil IX?, ¿ayudará a Chris a hacer frente a la BSAA?, ¿o el dolor hará raja en ella convirtiéndola en una nueva amenaza?, y ¿qué se esconde tras el uso de armas biológicas por parte de una estructura controlada por la ONU? No me extrañaría nulo que, alguna de estas respuestas llegaran, más pronto que tarde, en forma de DLC. Mientras tanto, alabada sea Hermana Miranda y larga vida a Capcom.